En el taller que comparte con otros artistas en Green Point, en el neoyorquino Brooklyn, Fernanda crea sus diseños y elabora cada una de las piezas de forma manual, sin el tradicional torno de otros artesanos de la cerámica, sino por un método más rudimentario en el que cada pieza resulta única e irrepetible. Usa para ello la mejor cerámica, pigmentos de Perugia (Italia), y un proceso laborioso que puede llevar hasta diez días para lograr esas piezas que se pueden usar como se usa cualquier vajilla en ocasiones especiales, con comidas calientes, en el microondas o en el lavavajillas.
